martes, 10 de febrero de 2015

EL DESPERTAR DE UNA NUEVA VIDA



El amor verdadero está abierto a la vida, porque significa entrega y donación.

El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de los hijos.

Donde hay amor hay vida. Dios es amor y por eso recibimos la vida.

Los padres cristianos, consideran al hijo como un don de Dios.

Los hijos son sin duda el don más excelente del matrimonio.

En cada acto sexual hay un crecimiento en el amor, una expresión de donación y una apertura natural a la vida.

Los esposos que realizan su matrimonio en el amor, adquieren un fuerte deseo de compartir, su felicidad.

Dar la vida por tener hijos, es la felicidad de la familia, después de que nacen, cuidarlos, alimentarlos y educarlos en la fe de Dios es obligación de la pareja. 

sábado, 7 de febrero de 2015

LA FAMILIA, CÉLULA PRIMARIA DE LA SOCIEDAD



La familia es la célula primaria de la sociedad, el elemento natural y fundamental de la misma.

La sociedad se concibe como un cuerpo vivo, compuesto de pequeñas unidades vivas.

La sociedad es un organismo compuesto de millones de células.

Esta forma de vida, es querida por Dios y es el cimiento de la sociedad en el sentido biológico, porque es necesaria para la renovación de las generaciones.

La decisión de engendrar hijos depende, que la pareja descubra cual es el plan de Dios para su vida.

La familia es el cimiento, sobre todo en el sentido moral, pues dentro de cada casa se ejercitan y desarrollan las virtudes y los deberes fundamentales que constituyen la trama de una vida social rectamente ordenada.

Los padres ofrecen la autoridad, el ejemplo, los consejos; los hijos aportan su escucha, su diálogo, su cariño y todos juntos colaboran en la construcción del bien común.

Los grandes valores morales, como son: el respeto, la honradez, la bondad, la ayuda desinteresada, las relaciones afectivas, campean dentro de la familia.

Ninguna sociedad puede construirse con el olvido de los derechos humanos.

El respeto a dichos derechos requiere que, en la familia y desde ella, en su identidad, se aprenda a vivir según la dignidad propia de la persona.

La familia como tal, requiere de protección y apoyo, no solo de la voluntad de todos, sino también de las estructuras sociales y políticas.

Hoy muchas sociedades viven la angustia de serios problemas en los hijos.

Las drogas, el alcohol, la prostitución, las malas compañías, la violencia son flagelos por los cuales navegan las sociedades actuales.

La sociedad y sus instituciones legislativas deben defender la vida humana desde su nacimiento y protegerla en su desarrollo.

Solo la unión estable del hombre y la mujer en el amor y la apertura de la vida puede ofrecer garantías para un crecimiento humano y espiritual de los hijos.