En el Evangelio, Dios se presenta como el que viene
a nosotros para que veamos sus milagros.
No nos damos cuenta, pero nosotros somos un milagro
de Dios.
Dios nos dio los dones de la decisión y la dignidad,
tengamos la decisión para llegar a Él con dignidad.
Los deseos del corazón se convierten en gestos de
cariño.
Dios no se ha olvidado de está tratando con hombres
hechos de cuerpo y espíritu.
Dejemos que nuestro espíritu guíe a nuestro cuerpo
por los caminos de la dignidad.
Por eso nos ha dejado esos signos visibles que son
los Sacramentos para acercarnos a Él.
Hagamos una unión común con Jesús, al desear
recibir la Eucaristía.
Recordemos que Dios se hizo hombre, para vivir
entre los hombres para siempre.
Todos los ritos, las costumbres y enseñanzas que
nos da nuestra religión son para que seamos felices en esta vida y esperemos lo
mejor en la vida eterna.
Dejemos que el Espíritu Santo entre en nosotros.