Nuestra oración de súplica y agradecimiento se dirige siempre a Dios.
Cuando rezamos a Dios Padre, a Dios Hijo o a Dios Espíritu Santo, lo hacemos a un solo Dios.
No se trata de tres individuos diversos, como tres cosas materiales o tres personas con tres cuerpos diferentes, sino como tres relaciones que subsiten por sí mismas.
Este maravilloso misterio de la Trinidad, está en el centro de la predicación de Jesús. Cuando Cristo habla de la presencia de Dios en el alma.
Jesús dijo: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él"
Ayudar al hombre en el camino de la salvación se hace de manera común por las tres personas de Dios: El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo.
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