En la
Anunciación, el ángel del Señor. Le dijo a María: “Concebirás y darás a luz un
Hijo al que le pondrás por nombre Jesús, que significa El Salvador”
Jesús se
llamó a si mismo y muchos lo llamaron Cristo, que quieres decir el Ungido.
Cristo es la traducción griega del término hebreo Mesías, es decir, aquel que
vendrá al mundo con la promesa de liberar a Israel de sus enemigos. Eran
ungidos con aceite y perfume los que tenían una misión especial de Dios.
Su padre lo
llamaba: “Mi Hijo muy amado” Así lo hace saber en varias partes de los
evangelios, especialmente en el momento del bautismo.
Él mismo se
llamaba con otros nombres para que sus apóstoles y discípulos entendieran mejor
lo que había venido a hacer en este mundo; se llamaba a sí mismo: “Hijos del
hombre” “Buen pastor” “Vid” “Resurrección y vida”
Todos estos
nombres nos dan a entender la importancia que Cristo debe de tener en nuestras
vidas, es decir, camino de felicidad para el hombre, y como Dios se pone al
servicio del ser humano.
El
mesianismo de Cristo no fue bien comprendido por los judíos de su tiempo,
quienes esperaban un jefe político o militar que los liberara del poder romano.
Los judíos
se encontraron ante un Mesías que predicaba y vivía el servicio y el amor.
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