jueves, 29 de mayo de 2014

LA FAMILIA ES ÚNICA



Lo que se vive en la familia influye en cada uno de sus miembros, pero también en las familias cercanas, en la sociedad. Construir la propia vida familiar en el amor, hará crecer la vida en la sociedad. Por ello la Iglesia católica siempre ha hablado de la familia como núcleo y célula de la sociedad.

La familia es la célula primaria de la sociedad, el elemento natural y fundamental de la misma. La sociedad de concibe como un cuerpo vivo, compuesto de pequeñas unidades vivas; cada familia. Un organismo compuesto de millones de células, se desintegra y corre peligro de muerte si alguien ataca la pequeña unidad celular. Si la célula familiar está en problemas, la sociedad estará también en problemas.

Pero la familia es cimiento sobre todo en sentido moral, pues dentro de casa se ejercitan y desarrollan las virtudes y deberes fundamentales que constituyen la trama de una vida social rectamente ordenadas: los padres ofrecen la autoridad, el ejemplo, los consejos; los hijos aportan su escucha, su diálogo, su cariño y todos juntos colaboran con el bien común. Los grandes valores morales como son: el respeto, la honradez, la bondad, la ayuda desinteresada, las relaciones afectivas encuentran su mejor campo de cultivo y desarrollo de la familia.

La familia debe vivir de manera que sus miembros aprendan el cuidado y responsabilidad respecto de los pequeños y mayores, de los enfermos o disminuidos y de los pobres.

La imagen del padre como la persona que da bienestar material a la familia es muy rica. Todo lo bueno puede entrar en una justa escala de valores.

El lugar de la madre es complementario a la del padre, no se es mujer por una parte y madre por la otra. La función educativa y formativa de la mujer y su función materna es algo que el hombre busca incluso en su madurez. El hecho de que la mujer sea considerada como una ayuda para el hombre, no implica subordinación. Significa más bien que no ha sido creada simplemente para sí misma y que su capacidad de intuición y de sensibilización con los problemas de los demás, le confiere un puesto privilegiado en la familia.

Queda una misión importante para realizar el plan de Dios sobre la familia, sobre la sociedad: la atención de los ancianos. Mientras en los pueblos de gran tradición familiar las decisiones las tomaban los ancianos, lleno de experiencia y madurez ahora, en nuestra sociedad se debe respetar las opiniones de los abuelos, pero actuar con cordura y criterio.

La familia es única, monogámica, heterosexual e indisoluble.  

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