En la vida todos cometemos
errores.
El hombre es débil, es
pecador.
Corremos el riesgo de
confundir el pecado, con el pecador.
Llevamos en nuestro interior
la tendencia de destruir a nuestros hermanos.
Señor, hazme comprender que
un momento de frustración, no es una vida.
Que un error en la vida, no
es una vida de errores.
Que lo que necesito es un
corazón puro para no atacar al hermano.
Si soy puro, sabré amar con
paciencia, hasta que las personas entiendan que los quiero porque Jesús así me
lo pide, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”
La vida del hombre es plena
cuando busca hacer el bien a los demás.
Seamos prudentes, una
palabra de crítica dicha en un momento de debilidad, nos puede seguir
destruyendo en el futuro.
No hay que juzgar al
hermano.
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