La fe es luz y respuesta.
El hombre es capaz de encontrar a Dios, puesto que es un ser religioso.
Para encontrar a Dios se requiere el esfuerzo de la inteligencia y la pureza del corazón.
El mundo es un testimonio de la presencia de Dios.
El hombre con su alma espiritual es testigo de la existencia de Dios. Con su vida verdaderamente religiosa arrastra a otros hombres a creer en Dios.
Las pruebas de la existencia de Dios, disponen de la fe.
La fe y su ejercicio en la religión, llega a su plenitud en el descubrimiento y la unión con Dios, que transforma la vida.
Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, a la belleza del cielo... Interroga a todas éstas realidades. Todas te responden: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es una profesión. Estas bellezas estan sujetas a cambio. ¿Quién las ha hecho? Si no, la suma belleza no está sujeta a cambio.
Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infínito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios.
Y es su fe, la que lo conduce a Dios.