miércoles, 28 de mayo de 2008

CREO


Nuestra fe parte de la revelación del hecho de que Dios se nos ha dado a conocer.

La fe es una adhesión del hombre entero al Dios que se revela.

La fe tiene una doble dimensión: Por un lado es adherir nustra inteligencia a la verdad revelada y por otra obedecer a dicha verdad.

Gracias a la dimensión intelectual, nuestra inteligencia asiente en aquello que se revela.

La fe, no es creer en algo, es creer en alguien, en una persona real.

Muchas veces creemos que la fe consiste en creer en determinadas verdades a las cuales no podemos llegar con la fuerza de nuestra sola razón humana. Sin embargo la fe, es ante todo, obediencia a una verdad que se nos revela.

La fe de María es sencilla cuando se reconoce a sí misma y humilde en cuanto reconoce la grandeza de Dios; por eso es a la vez una fe primaria y una fe robusta. Es la fe de quien sabe que Dios es todopoderoso, que no hay imposibles para Él. Es la fe de quien ha confiado ciegamente en Dios superando sus incompresiones, dificultades y sacrificios.

La fe de María ha sido siempre firme y recia, nunca vacilante, insegura o inconstante, ni siquiera en el momento en que su Hijo muy amado pendía del madero.

La fe es una respuesta libre. Dios no nos fuerza a creer.

Por la dimensión vivencial el hombre somete completamente toda su persona a la verdad revelada. Aquello en lo cual creemos, ha de plasmarse en obras. "COMO EL CUERPO ESTA MUERTO, ASI TAMBIEN LA FE SIN OBRAS, ESTA MUERTA"

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