Las virtudes teologales son el centro de la vida cristiana.
La Fe, la Esperanza y la Caridad están íntimamente relacioadas.
La Fe compromete toda la vida.
La Esperanza nos da fuerza ante las dificultades.
La Caridad consiste en amar al prójimo como a nosostros mismos.
Quien actua con fe, esperanza y caridad es un cristiano auténtico. Es una persona cuya vida tiene sentido, es alegre, esta satisfecho.
La fe sin obras está muerta y privada de la esperanza y de la caridad, no une plenamente a Cristo.
La fe tiene que ser viva, tiene que ser una razón de vida.
La virtud de la esperanza es tan necesaria como la fe para conseguir la salvación, pues el que no confía llegar al fin prometido por Dios, facilmente abandona los medios que conducen a Él.
La caridad es la virtud por excelencia. Toda virtud está iluminada por la caridad. La caridad eleva lo sobrenatural a la facultad humana de amar.
¿Como se puede amar a Dios? Cristo se lo dijo a sus discípulos poco antes de morir: "El que me ama, guarda mi palabra" Guardar sus palabras es el constante y cotidiano esfuerzo por hacer su voluntad.
La moral cristiana es una moral viva.
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